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« Quizás el oficio del traductor es más sutil, más civilizado que el de escribir: es obvio que el traductor viene después del escritor." Jorge Luis Borges.
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Una noche en Buenos Aires, él terminó de prender todas las velas de la casa y se cortó la luz. Alguien llamó a la puerta para saber si el corte había sido en todo el edificio y al ver las velas encendidas le preguntó cómo sabía que se iban a quedar sin luz. Él contestó que se trataba de una simple intuición por vergüenza a confesarle que cada noche cena como si viviera en el siglo XIX.
Así es Gustavo Godoy, pintor autodidacta, asiduo visitante a los mercados de pulgas, ferias y anticuarios, coleccionista de objetos que otros abandonan, tal como se define. Porque así empezó, juntando las cosas que otros tirarían, objetos que dicen algo, que transmiten ese halo especial que evoca una época, sin importar cuál, del siglo XX, XIX y si son más antiguos mejor.
Recuerda que cuando era chico, junto con un amigo que vivía al lado de su casa, habían armado un museo. El vecino se ocupaba de la parte de Ciencias Naturales y él de la arqueológica, y ¿qué era eso? Buscar macetas viejas que pintaba con guardas precolombinas y las colocaba junto a máscaras hechas con barro. Hoy lo recuerda y sonríe porque su socio del museo, cuando tenían 10 años, ahora es biólogo y trabaja en el Museo de La Plata investigando y Gustavo, según él cuenta, sigue fabricando porquerías como cuando era chico.
Su casa es el lugar donde trabaja, junta y vende antigüedades, una construcción que data del año 1890 y que mezcla en su interior tiempos de todos los tiempos. Entre los objetos que más le gustan están las cosas religiosas y todo aquellos que tenga un detalle curioso porque adora el absurdo, el sentido del humor, los contrastes de mezclar un mono que se viste de rey o una imagen religiosa acompañada de símbolos paganos.
Porque la magia de los objetos, que ambientan el lugar de Gustavo Godoy, son los que lo trasladan en el tiempo, los que toman el protagonismo en la forma de acomodarse. Las ambientaciones de todos los cuartos están armadas como si hoy viviera una persona de otra época y eso es lo que hace: dispone los cuartos como si estuviera viviendo alguien, como si hubiera dejado la vela, el libro, la carta, la pluma. En esa atmósfera recreada abre un libro para meterse en una historia de siglos pasados, para sentir el frío, el calor como si estuviera en alguno de aquellos días porque así le gusta y elige vivir. “La casa más exitosa es en la que el dueño la vive con absoluta libertad, sentido del humor, ganas y le pone lo que quiere” afirma Godoy.
Y todo es Buenos Aires porque es donde vive, donde normalmente está, todo lo consigue en Buenos Aires y en algún otro viaje. En general cuando sale a buscar antigüedades no apunta hacia ciertas cosas porque piensa que eso sería frustrante, ir a un negocio o a una feria con la idea de encontrar algo determinado. Entonces simplemente camina, mira hasta que el objeto lo llama, después llega a su casa, no lo restaura y lo deja así tal cual lo encontró porque no le gusta lo restaurado, prefiere que se note el paso del tiempo, respetar lo que quedó.
Cuenta que a la hora de vender sus objetos, el desapego resulta difícil, por un lado la alegría y por el otro la sensación de pérdida es muy grande, a su vez la casa se va transformando con lo que renueva, con los objetos que se venden y dejan el vacío que pronto se vuelve a completar y todo va cambiando. Mientras lo antiguo lo lleva a pintar sus cuadros, le inspiran imágenes que plasma en sus bastidores, algunos con cartas de otras épocas, fotos, textos escritos con pluma y algo de colores por encima porque hasta en sus obras se filtran los tiempos.
Cerca de sus trabajos hay una pared con fotos en marcos victorianos. Urquiza, Estanislao del Campo, O’Higgins, un retrato de Juana de Cascallares del año 1820, daguerrotipos y una cinta rojo punzó. En el mismo pasillo obras del artista plástico Luis Parma y Laura Buttini, con quienes expuso en Estilo Pilar, al costado una chaqueta que perteneció a un antepasado Godoy que luchó junto a Roca en la “Campaña del Desierto”. A veces se olvida que la gente vive en otros tipos de casas, pintadas de blanco, con un sofá y una cala. Claro que existen otras decoraciones, pero Gustavo duda si no es un renegado de esta época, siente que tendría que haber nacido antes.
Todo tiene una anécdota, cada centímetro de su casa guarda una historia y él tiene muchas para contar. Hace unos días un cliente fue a comprarle cosas de iglesia y le preguntó a quién había pertenecido una mitra papal. Gustavo le respondió: “ahora es mía y ahora yo me la pongo y yo soy el Papa, por lo menos en mi casa”.
Translation - English Collector of times
Once upon a Buenos Aires night, he finished lighting all the house candles, when suddenly, the light went off. Someone knocked at the door to inquire whether the power cut had taken place throughout the building and, noticing all the lit candles, asked him how had he been able to foresee the blackout. He explained that it had been only a produce of intuition, ashamed of confessing that every single night he dined as if he were in the 19th Century.
This is Gustavo Godoy as defined by himself: a self-taught painter, regular visitor of flea markets, fairs and antique shops, a collector of objects abandoned by others. Indeed, that is how he commenced, gathering things that other people would throw away, objects prone to revelation that convey that magic aureole that evokes an age - no matter which one-, pieces from the 20th, 19th centuries...the older the better.
He reminisces about his childhood when he, with a friend from next door, put up a museum. His neighbour was in charge of the Natural Sciences wing while he was of the archaeological. And what was all that about? He used to look for flowerpots and paint them with pre-Columbian patterns before placing them alongside mud masks. Today he remembers those times with a smile, since the other museum’s founding member, a friend from when he was 10, became a biologist who now works as a researcher for La Plata Museum and Gustavo still keeps manufacturing knick-knacks as he did when he was a little boy.
His house is where he works, gathers and sells antiques, a building dating from the year 1890 which blends within its walls times of all times. Among his much preferred objects are religious pieces and any containing any odd details, because he adores absurdity, humour, and the contrasts obtained by mixing a monkey with a king’s attire or a religious image with pagan symbols.
The world in which Gustavo Godoy dwells is imbued with the magic of pieces that transport him through time, objects notable for the way they are laid out. Each room is arranged as if inhabited by an ancient character, and that is , in fact, what Gustavo does: to set out the rooms as if someone were living in them, as if someone had left the candle lit, the manuscript to be read, the letter, the quill. In these relived atmospheres he opens a book in order to immerse himself in a story of past times, to experience now the coldness and the warmth of those days, because this is how he likes and chooses to live. “The most successful house is that lived by its owner with absolute freedom, sense of humour, enthusiasm, and where he can place whatever thing he wants”, asserts Godoy.
And everything has to do with Buenos Aires, the city where he lives, where he normally is; he gets everything there or in some of his trips. Generally when he looks for antiques he does not aim for anything in particular since he thinks it would be frustrating to visit a shop or a fair with a preconceived idea of a particular object. That’s why he simply wanders, exploring until the object itself calls him, then he comes home and - without restoring it- he leaves it just as he found it because he does not like restoration; he prefers to revere the passage of time, to respect what remains.
He states that when he sells his pieces, indifference is unlikely: on one hand he experiences great joy and on the other the sensation of loss is deep. In the meantime, the house transforms itself, renewed when the emptiness left by the sold objects is filled with new pieces, thus recreating each space. While the antique boosts him to paint his pictures, he is inspired by images he expresses on his canvas, some of them designed with old-times letters, photographs, quill- written texts with some colour over, because even in his works the passage of time is present.
Near his works there is a wall with Victorian-framed pictures. Urquiza, Estanislao del Campo, O’Higgins, a portrait of Juana de Cascallares from 1820, daguerreotypes and a blood-red ribbon. In the same corridor, there are works by the plastic artists Luis Parma and Laura Buttini, with whom he exhibited at Estilo Pilar; at a side there also lies a jacket belonging to a Godoy’s ancestor who fought with Roca in the “Conquest of the Desert” campaigns.
Sometimes he forgets that people nowadays live in other kind of houses, painted in white, with a sofa and a vase with a white lily. Of course there are other kinds of decorations, but Gustavo wonders whether he is not a renegade of his age, he feels he should have been born long before.
Each corner in his house harbours an anecdote, a story among the hundreds he has to tell. Some days ago a client came to buy some church pieces and asked him who had been the owner of a papal mitre. Gustavo answered: “now it is mine and now I wear it and I am the Pope, at least in my house”.
English to Spanish: The Science of Scare Tactics
Source text - English The Science of Scare Tactics
The shorthand Bush is relying on is that he will protect America and Kerry won't. Does anyone really believe Kerry wouldn't fight Al Qaeda?
By Jonathan Alter
Newsweek
It's fright night in the 2004 presidential campaign—Halloween come early. President Bush says you'll be taxed into poverty, then blown up by a terrorist if you vote for John Kerry, while Kerry says that voting for Bush means retiring on cat food, if you survive a back-alley abortion and being drafted to fight in the Middle East. To me, it's all fair game. There's no use wringing your hands over attack politics. This is what politicians were put on earth to do—raise the stakes and stigmatize the other guy. But it's the job of the news media and what one Bush aide dismissively calls the “reality-based community” to parse the claims and connect them to how each man might actually govern. Just repeating that “both sides are using scare tactics” doesn't tell us which ones are closer to the mark.
All year long, the president's campaign has revolved around Scary Kerry. For starters, Bush says average Americans would get hit with tax increases if Kerry wins. Fat chance. During the second debate, Kerry looked spookily into the camera and offered what amounted to a read-my-lips pledge not to raise taxes on the middle class (a moment he may come to regret). Even the rich are probably safe. Kerry's plan to pay for his health-care program by repealing the tax cuts for those earning more than $200,000 is likely to have problems in a Republican Congress that remains under the thumb of wealthy interests.
Bush's major assault is on Kerry's ability to defend us from terrorism. On this score, the president is—how to put this delicately?—lying. He keeps saying on the stump that Kerry won't hit terrorists until they hit us and would apply a “global test” before intervening. This is a clear and deliberate misrepresentation of what Kerry actually said. Bush goes on to argue that Kerry voted to disarm the military. In fact, both CIA Director Porter Goss and Vice President Dick Cheney supported even deeper cuts in intelligence and weapons systems at the end of the cold war. The irony of Bush's “wolf ad” (featuring pictures of scary wolves as the announcer talks about Kerry's weakness on defense) is that it's the president who has a wolf problem. The greatest single consequence of the botched war in Iraq is that the next time trouble arises somewhere in the world, our allies won't believe U.S. intelligence about an “imminent threat.” With a toxic combination of arrogance and incompetence, Bush has become the boy who cried wolf.
Kerry's scare tactics against Bush are more justified but less effective. For 40 years, Democrats have raised fears about Social Security at election time. The claims were so bogus (Republicans mostly wanted sensible reforms) that even straight news reporters began referring to Democrats' “demagoguing” Social Security. This year Kerry is actually right that Bush's plan to privatize a portion of Social Security would eventually lead to at least a trillion-dollar shortfall and huge benefit cuts. But fewer people are listening, which means that Democrats, too, are paying the price for crying wolf. Fortunately, Bush probably wouldn't be able to do much to Social Security. Once the public recognizes that letting younger workers invest their retirement benefits in the stock market means hurting Grandma and Grandpa (under the system, today's workers fund today's elderly), the Bush plan will die.
The stakes are higher on abortion, where the staleness of the Democrats' argument is also hurting them. After years of dire warnings by women's groups, the right to choose is truly on the line this time. With at least three Supreme Court justices expected to retire in the next four years, Roe v. Wade could well be reversed if Bush is re-elected (depending, in part, on the Senate elections). If Roe goes down, more than 30 states are expected to outlaw abortion.
As for the prospect of a military draft, Bush is correct when he says he has no plans for conscription; it is unnecessary for Iraq. But he has yet to explain what he'll do about an Army that is by all accounts overstretched and putting severe strains on the guard and Reserves. And the world could change abruptly (by, say, a single assassin's bullet in Pakistan); a second war of the same size would require a draft.
The shorthand that Bush is relying on to win is that he will protect America and Kerry won't. This may work politically, but it is simply untrue. Does anyone seriously believe Kerry wouldn't fight Al Qaeda? As for Homeland Security, Kerry could hardly do worse. Bush sold out to the chemical industry—so chemical plants are largely unprotected. He failed to follow through on cargo security—so ports are unsecured. Compare Bush to a real wartime leader like Franklin D. Roosevelt. When FDR ordered that 50,000 combat aircraft be built in five months, he was told it was impossible. He made it happen. When Bush, by contrast, was told it would take five years after 9/11 to consolidate terrorist watch lists and replace the FBI's primitive computers, he shrugged and sat on his hands. The job remains undone. Now that's frightening.
Translation - Spanish La ciencia de las tácticas intimidatorias.
El slogan central en el que se apoya Bush es que él protegerá a América y Kerry no. Hay alguien que crea que Kerry no confrontará a Al Qaeda?
Jonathan Alter
Newsweek
Es noche de brujas en la campaña presidencial 2004- Halloween llegó antes de tiempo. El presidente Bush afirma que quien vote por John Kerry pagará impuestos hasta quedar en la miseria, justo antes de ser volado en pedazos por algún terrorista; mientras John Kerry asegura que votar a Bush equivale a jubilarse en condiciones paupérrimas, si es que sobrevives, primero, a un aborto clandestino y te salvas de ser reclutado para pelear en Medio Oriente. A mi juicio, se trata de un juego limpio. De nada sirve rasgarse las vestiduras ante la política de ataque.
Para eso fueron puestos en este mundo los políticos: para doblar la apuesta y estigmatizar a su oponente. Pero es trabajo de los medios de comunicación, y de lo que uno de los asesores de Bush desdeñosamente denomina la “comunidad basada en la realidad”, analizar minuciosamente tales afirmaciones en función de la manera en que cada uno de los candidatos puede llegar, en efecto, a gobernar.
El sólo hecho de repetir que “ambas partes están utilizando tácticas intimidatorias” no nos indica quién está en lo correcto.
A lo largo del año, la campaña presidencial ha girado en torno a agitar el fantasma de “Scary Kerry”(Kerry, el temible). Para empezar, Bush dice que, de ganar Kerry, el estadounidense medio ser verá perjudicado por aumentos impositivos. ¡Ni cerca!
Durante el segundo debate, Kerry clavó una espeluznante mirada a las cámaras y enunció lo que terminó siendo una clara y manifiesta promesa de no subir los impuestos de la clase media (cosa que puede llegar a lamentar).
Es probable que hasta los ricos estén a salvo. El plan de Kerry de pagar su programa de salud mediante la revocación de los recortes impositivos para aquellos cuyos ingresos superan los 200.000 dólares, probablemente generará controversias en un Congreso republicano que permanece dominado por los intereses de clases acaudaladas.
El ataque más fuerte de Bush se centra en la capacidad de Kerry para defendernos del terrorismo. En ese sentido, el presidente está - ¿cómo decirlo con sutileza?- mintiendo. Sigue proclamando desde su podio que Kerry no atacará a los terroristas hasta que éstos arremetan contra nosotros y que pondría en práctica una prueba global antes de intervenir. Esto es una clara y deliberada distorsión de lo que Kerry dijo en realidad. Bush sigue argumentando que Kerry votó a favor del desarme de las fuerzas armadas. En realidad, tanto el director de la CIA, Porter Goss, como el vicepresidente Dick Cheney, avalaron recortes aún mayores en los sistemas de inteligencia y de armamentos al final de la guerra fría.
La ironía del “comercial del lobo” de Bush, (que muestra imágenes de lobos aterradores mientras el locutor enumera las flaquezas de Kerry en políticas de defensa) es que, en realidad, es el presidente el que tiene un problema lobuno. La única y más grande consecuencia de la chapucera guerra en Irak es que la próxima vez que surja algún conflicto en el mundo, nuestros aliados no le creerán a la inteligencia norteamericana cuando alerte sobre una “amenaza inminente”. En una tóxica combinación de arrogancia e incompetencia, Bush se ha transformado en el pastor que gritó “lobo”.
Las estrategias intimidatorias de Kerry contra Bush están mejor fundadas, aunque son menos efectivas. Durante 40 años, los demócratas han despertado temores sobre la Seguridad Social en épocas de campaña. Los argumentos eran tan falaces (los republicanos querían principalmente reformas razonables) que inclusive los periodistas más serios comenzaron a hacer alusión a la “demagogizante” Seguridad Social Demócrata.
Este año Kerry está en lo cierto al afirmar que el plan de Bush de privatizar parte del Sistema de Seguridad Social conduciría finalmente a un déficit de al menos un billón de dólares y a enormes recortes en prestaciones. Pero cada vez menos gente los escucha, lo que significa que los demócratas, también, están pagando el precio de haber gritado lobo. Afortunadamente, es probable que Bush no esté en condiciones de hacer demasiado en materia de Seguridad Social. Una vez que la ciudadanía comprenda que dejar que los trabajadores más jóvenes inviertan sus planes de retiro en el mercado de valores significa dañar a la Abuelita y al Abuelito (en el sistema actual, los trabajadores de hoy financian a los ancianos de hoy), el plan de Bush estará condenado al fracaso.
Mayor aún es lo que está en juego con el tema del aborto, donde el vetusto argumento Demócrata también los perjudica. Después de años de desesperadas advertencias de agrupaciones femeninas, hoy el derecho a elegir está realmente en peligro. Con al menos tres jueces de la Corte Suprema por retirarse dentro de los próximos cuatro años, el fallo sobre el caso Roe v. Wade podría ser fácilmente revocado si Bush es re-electo ( lo que depende, en parte, de las elecciones del Senado). Si el caso Roe se viene abajo, se estima que más de 30 estados declararán ilegal el aborto.
En cuanto a la posibilidad de un reclutamiento para el servicio militar obligatorio, Bush está en lo cierto cuando dice que no tiene en vista una conscripción; eso no es necesario para Iraq. Sin embargo, aún debe explicar cómo solucionará la realidad de un ejército cuyos recursos, según se sabe, están agotados y que ejerce terribles presiones sobre la Guardia Nacional y la Reserva. Además, el mundo podría cambiar abruptamente (gracias a, supongamos, un simple disparo de un asesino a sueldo en Pakistan); una segunda guerra de la misma magnitud demandaría un reclutamiento.
El slogan central en el que se apoya Bush para ganar es que él protegerá a America y Kerry no. Políticamente, su argumento puede funcionar, aunque es meramente falso. Existe alguien que crea que Kerry no confrontará a Al Qaeda? En lo que respecta al Departamento de Seguridad Nacional, Kerry difícilmente podría ser peor. Bush se vendió a la industria química, por lo que las plantas químicas se encuentran en buena medida desprotegidas. Tampoco pudo llevar adelante una política de control de cargamentos, gracias a lo cual los puertos están sin vigilancia. Compárese a Bush con un líder de un verdadero período bélico como Franklin D. Roosevelt.
Cuando FDR ordenó que se construyeran 50.000 aviones de combate en cinco meses, le dijeron que eso era imposible. Pero él lo hizo posible. Cuando, por el contrario, se le dijo a Bush que llevaría cinco años después del 9/11 confeccionar listas de vigilancia de terroristas y reemplazar las primitivas computadoras del FBI, todo lo que hizo fue encogerse de hombros y cruzarse de brazos. El trabajo sigue sin hacerse. Y eso sí que da miedo.
Pocas cosas pueden ser tan maravillosas para el que aprecia el arte como comprobar lo que significa descubrir los detalles de una talla cuidada en un objeto tan pequeño. Un netsuke es, en sí mismo, un pequeño mundo.
EL NETZUKE ES UNO DE LOS POCOS OBJETOS DE COLECCION QUE NOS BRINDA PLACER SENSORIAL Y ESPIRITUAL: SE LES VE PRIMERO COMO OBJETOS MATERIALES QUE LUEGO AL ESTUDIARLOS SE VAN TRANSFORMANDO.
EN LOS NETZUKES EXISTE UN MUNDO SECRETO QUE SE VA DEVELANDO EN DISTINTAS CAPAS COMO QUIEN DESCASCARA UNA CEBOLLA; PRIMERO ES EL OBJETO EN SI. LUEGO EXPRESA LA HISTORIA Y LA PERSONALIDAD DEL QUIEN LO TALLO, MAS TARDE SE REVELA EL SIMBOLISMO Y ALUSIONES A DISTINTAS LEYENDAS Y POR FIN DESCUBRIMOS EL SENTIDO OCULTO; EL QUE LLEGA A TRAVES DEL AMOR DE UN COLECCIONISTA."
Lo primero que nos sorprende en un netsuke es el detalle llevado a su máxima expresión, ya sea en el fino bordado del atuendo de una geisha, en las tenues alas de una cigarra o en los músculos tensos de un animal dispuesto a atacar a su presa.
Se trata de pequeñas tallas japonesas, trabajadas en diversos materiales, que fueron objeto de vanidad y a la vez de utilidad para quienes los usaban.
Originalmente se creía que los netsukes eran botones, por los dos agujeros que tienen en el reverso. Pero formaban parte de un elemento más complejo: por sus agujeros pasaba un cordel de seda que unía el netsuke a un ceñidor (ojime) y luego a un inro, cajita dividida en compartimentos yuxtapuestos, por lo general de madera laqueada, que los hombres utilizaban para guardar monedas, medicinas, perfumes o tabaco. El netsuke actuaba como contrapeso del inro y se llevaba a la vista, asegurando el objeto colgante a la faja del kimono (obi) y suspendido de ésta.
Su finalidad los condicionaba: debía tener un tamaño que permitiese ocultarlo totalmente en un puño y una forma sin aristas, para resultar más grato al tacto. Esto obligaba a los tallistas –los “netsuke- shi”- a trabajar esas pequeñas dimensiones con un gran ingenio y perfección.
Los primeros netsukes datan del siglo XIV pero se popularizaron en el siglo siguiente. Su moda perduró en Japón hasta el período Meiji o Restauración (1866). Recién hacia 1800 los netsuke empiezan a ser firmados.
Según comenta el anticuario Alberto Sabatini desde su local de San Telmo, el tema fue usado como una guía aproximada para calcular la edad de un netsuke.
En los primeros tiempos, eran más comunes las piezas simples.
Los primeros netsukes (manju) fueron circulares, como una “tortita” o “bollo” y estaban tallados en dos secciones independientes, que se enroscaban o se unían a presión. A los que tenían esta misma forma pero “cavados” en el interior se los llamaba ryusa. Inicialmente eran de madera. En el siglo XVII empezaron los de marfil y metales. Los kagamibuta eran netsukes que tenían una tapa de metal, ubicada en un bowl de marfil o madera. Otras variedades,los sashi y los obishami de forma alargada, se usaban en la faja del kimono directamente como soporte. Pero indudablemente, los netsukes más populares son los conocidos como katabori, que presentan formas talladas por todos lados y son verdaderas esculturas en miniatura.
La enorme cantidad de katabori permite clasificarlos en muy distintos temas. Encontramos tallas de figuras comunes que aportan fascinantes aproximaciones sobre el Japón Antiguo, como chicos jugando con animales o niñas geishas arreglándose el pelo, escenas de la vida diaria tanto callejeras como domésticas.
Las figuras religiosas y mitológicas son rápidamente identificables, como Jurojin, el Dios de la sabiduría representado con su cabeza alargada que contiene su gran cerebro. Entre los animales fantásticos más populares está el shishi, mezcla de león, perro y dragón parecido a un perro pekinés.
Otros temas reflejan diversas profesiones, máscaras y personajes de teatro, fantasmas. Sin olvidar las maravillosas escenas eróticas o la gracia de las humorísticas. También fueron representados con absoluta precisión los elementos de la naturaleza: flores, insectos, reptiles y toda clase de animales.
Marta Ramos atesora una buena colección de estos katabori en su local de la calle Defensa y nos explicó todos estos detalles, facilitándonos las piezas que muestra esta nota.
Pero si la temática es sumamente variada en la ejecución de los netsukes la cantidad de materiales que se utilizaron no fue menor. Sin duda, los más conocidos son los de marfil y esto se debe a que fueron producidos masivamente para exportación en las postrimerías del siglo XIX. Pero también es más común encontrar netsukes de este material porque es más fácil trabajar con el marfil que con la madera. El marfil es más difícil de tallar, pero puede lograrse mayor atractivo a través del lijado, la pátina o la pintura. La madera en cambio debe ser trabajada con mucha más paciencia si se quieren lograr buenos detalles.
Un netsuke de marfil de buena calidad tiene una textura fina y lustre y semeja estar húmedo y vivo. Los principales marfiles, aparte del de elefante, son los llamados “marine ivory” o “fish ivory” porque provienen de colmillos de morsa y dientes de ballena.
Pero no sólo estos materiales se han utilizado para tallar netsukes, sino también hueso, cuernos, mármol, bamboo, raíces y semillas. Y algunos otros como metales, laca, esmalte, vidrio, nácar o coral se lucen en incrustaciones de piezas bellísimas. Tal es el caso de los netsukes de Kaigyosukai, artesano inigualable en la implantación de ojos en los animales, hechos de ámbar, caparazón de tortuga o perla amarilla.
Lo que está hecho de ámbar , caparazon de tortuga, etc, son los los ojos, o los animales? Tratándose de piezas de colección muy buscadas una pregunta que surge de inmediato es cómo se cotiza un netsuke. Recorriendo San Telmo encontramos que el precio arrancaba en los 100 dólares. Pero los mejores no bajaban de 700 o mil por pieza. Un coleccionista confesó haber vendido una pequeña colección y con eso pudo comprar un buen departamento en Buenos Aires. Un caso especial es el récord de 6720 dólares pagado por un netsuke en una subasta en 1969.
Otro asunto no menor es el que se refiere a la autenticidad de una pieza. Distinguir una copia de un original, a veces no es tan sencillo, porque hay copias que son tan excelentes como los originales. Por otra parte, imitar o copiar a otro artista no se considera un fraude en Oriente, ya que la vía de aprendizaje para los estudiantes de arte es copiar a los grandes maestros.
Los netsukes anteriores al siglo XIX generalmente no eran firmados por sus autores y otra cosa que puede llevar a confusión es el hecho de que un mismo artista firmaba de distintas maneras o también firmaba él las mejores obras de sus aprendices.
Es muy valorado que el netsuke tenga un buen aji, la pátina brillosa lograda tras años de sobado. Puede ser imitada mediante el lustre, pero un entendido percibe rápidamente la diferencia y esto es lo que permite determinar la antigüedad de una pieza.
Translation - Spanish NETSUKE
Beauty Miniatures
For an Arts lover only few things can be as wonderfully significant as discovering the exquisite detailed carvings on such a diminutive object. A netsuke is, in itself, a miniature universe
Netsuke are one of the few collectors’ treasures that present us with sensorial and spiritual delight: as you approach to contemplate them, the material objects you first see gradually start to transfigure.
Netsuke hold a secret universe that reveals by stages, as when peeling off the translucent leaves of an onion: first, it they are mere objects. Then, its carver’s personal history and qualities unfold, but only to give way to symbolism and legend. Finally, we gracefully discover its hidden sense, which blooms within the collector’s heart.
You will be enamoured at first sight: It is detail at its highest expression,
minute thoroughness chiselled within the refined embroidery of a geisha’s
attire, in the tenuous wings of a cicada, or into the tense muscles of an
animal ready to pounce on its prey.
We are referring to Netsukes, miniature Japanese carvings worked in diverse materials which were both functional objects, and expressions of the individual refinement of the bearer.
Originally, as they were double drilled in the back, netsuke were thought to be buttons, though in reality they were part of a much more intricate contrivance: a silk cord passed through the holes in the netsuke, then the moveable bead (ojime) and finally through the inro : a usually lacquered sectional case with several tiers that men used to keep coins, medicine, perfumes, or tobacco; worn suspended from the obi by a cord on which the netsuke served as a counterweight or toggle.
Since netsuke were functional items, any creativity in design must be within the strict limits of its original use: the pieces had to be small enough to fit in the palm of the hand, and as smooth as to have an agreeable feeling that demonstrated the spirit of the piece through touch. These precise confines of the tiny netsuke form required of Netsukeshi (netsuke carvers) excellence of design and execution on each of their minute masterpieces.
The first netsuke date back to the 14th century, but they became popular only a hundred years later, being en vogue in Japon until the Meiji period or Restoration (1866). It is only at the dawn of the 19th century when netsuke start to be signed. As related by antique dealer Alberto Sabatini in his antiques shop in San Telmo, the subject matter is considered a parameter to determine a netsuke’s age.
The earliest netsuke were not very sophisticated. Manju netsuke, the first type, round and flat, resembling a round rice cake, were carved in two independent halves that could be screwed onto each other or pressed together.
Ryusa netsuke were similar in shape, but were hollow inside, and the design on either side was carved through to the centre. The first ones were made of wood, but in the 17th century ivory and metal began to be employed. Kagamibuta were a special type of netsuke with a metal lid on a bowl, usually in wood or ivory. Other varieties, such as the elongated Sashi and Obishami netsuke, were thrust through the sash as toggles. But, undoubtedly, the most popular type was the katabori netsuke, consisting of wholly carved three dimensional true miniature sculptures.
Due to their number and variety, katabori can be classified into a wide range of topics . We can find carvings about unknown people that portray the fascinating sceneries of the Ancient Japan, such as children playing with animals, child geishas combing their hair, or public and domestic sights of everyday life. Subjects from mythology and legend are easily identifiable , like Jurojin, the god of wisdom, characterized by a long thin head encasing his large brain. Among the most popular mythical beasts we can find the shishi, a creature that combines the features of a lion, a dog and a dragon, and resembles a Pekinese dog. Some other themes were ocuppations, characters and masks from No and Kabuki theatre, ghosts, and awe-inspiring erotic and humorous scenes. Elements of nature, such as flowers , insects, reptiles or various other kinds of animals were also accurately represented.
Marta Ramos, who treasures up an interesting collection of Katabori on her antique shop at Defensa street, shared with us all these niceties, supplying us with all the pieces shown on this article.
But even when the symbolism of the subject matter was vast, the range of materials employed was not lesser. The most popular netsuke were those made of ivory, due to the fact that they were produced massively for export at the close of the 19th century. Another reason for the popularity of that material is that it is easier to work than wood. Ivory is harder to carve, but it can be easily enhanced by polish. On the other hand, wood requires a much more meticulous and patient labour to achieve detail and refinement. A good quality ivory netsuke possesses a smooth texture and gloom, and feels wet and alive. “Marine ivory” or “fish ivory” - obtained from walruses’ tusks and whales’ teeth respectively- are as important as elephant’s tusk ivory.
But netsuke were also carved from a variety of other materials, including horn, bone, marble, bamboo, roots and even fruit seeds. Some others were beautifully decorated with inlays of exotic elements, such as metal, lacquer, enamel, glass, mother-of-pearl, and coral. An example of these are the netsuke of Kaigyosukai, an unparalleled craftsman versed in the inlay of eyes into animal-like netsuke of amber, turtle shell or yellow pearl.
Considering that netsuke are collectible works of art in great demand, there is a question that inevitably emerges: how should we estimate a netsuke’s value ? Strolling through San Telmo, we found prices ranging from US$100 to US$7,000 for one sample of the better ones. A local collector admitted that he could afford to buy an apartment in Buenos Aires out of the sale of a small netsuke collection. A special case is the record amount of 6,720 dollars paid for a netsuke auctioned in 1969.
Another key factor is that related to authenticity. To distinguish a copy from an original is not an easy task, since there are copies of equal caliber to the unique antiques. On the other had, emulating or copying another artist’s work is not considered forgery in the Far East, since the carver's apprentice path to learning is to emulate the great masters.
Before the 19th century netsuke were generally unsigned by its makers; however, even if they were, what makes things blurry is the fact that the same artist used to employ different signatures for each piece and, in some cases, netsuke were the work of a gifted student, marked with his master’s seal.
A refined aji - the gloomy shade obtained after years of handling- is of great influence on a netsuke’s worth. The aji can be falsely achieved through polishing, but an expert can make a clear distinction and determine the age of a piece.